lunes, 4 de abril de 2011

TARJA en Buenos Aires (Luna Park, 27/03/2011) Hasta El Último Aliento

por Crónica: César Fuentes Rodríguez / Fotos: Fernando Serani

Si la vez anterior, en mayo de 2009, Tarja presentó tres shows con localidades agotadas y un cuarto con óptima asistencia, el paso siguiente y lógico parecía ser este Luna Park, aunque se diese embutido en un reñido fin de semana donde otros cinco eventos internacionales se disputaban al público aficionado a las emociones fuertes.


La apertura con Watchmen no pudo resultar más caliente, y la banda de Iván Sencion y Emmanuel López se despachó a gusto con su marca registrada de hard rock ante un público que presenció, de buen grado y sin mucho conocimiento, la calidad de una banda que a esta altura ya no se queda en promesas.


 
Cuando llegó el momento, la diva finesa salió detrás de un telón semi-transparente impreso con la efigie de portada de What Lies Beneath, y sólo cayó a mitad del tema, que en este caso resultó ser 'Dark Star'. Si una actitud quedó en claro acerca de esta gira, es que Tarja salió decidida a minimizar el peso de Nightwish en su carrera. Lejos de apoyarse en el repertorio de la banda que le dio la fama, apenas recurrió a 'Stargazers', 'Higher Than Hope' con perfil acústico y un obligatorio tour de force final con 'Wishmaster'.


De algún modo, poco tuvo que ver este show con los de hace un par de años. Mi impresión fue que el repertorio solista, magnífico y exquisito como pueda resultar, tiende a una languidez que a la larga le hace perder dinámica al espectáculo. No es que falten momentos gancheros como 'I Walk Alone' o el festejado 'Until My Last Breath', sino que el tipo de material no condecía con un antro espacioso y frío como el del Luna Park, que para colmo no estaba cubierto en toda su capacidad. Tarja desplegó la magia acostumbrada y el don maravilloso de su voz ante un frente de escenario que rebosaba de gritos histéricos y móviles encendidos, pero acaso el ámbito ideal para desarrollar canciones como 'Underneath' o 'Falling Awake' sea uno más íntimo, donde los gestos, las sonrisas y los guiños puedan tener el mismo impacto que los acordes más recios. Entiéndase bien, cada uno de los temas por separado representó una gema deliciosa, pero el conjunto de todos ellos quizás no conformó la receta ideal.


Un punto a favor fue la contundencia de la banda, que además tuvo más presencia en el escenario. La principal diferencia la marcó el argentino Julián Barrett con una labor impecable y arrasadora cada vez que tenían lugar sus intervenciones. El moreno Doug Wimbish volvió a convocar la atención con un reducido solo de bajo convertido prácticamente en una guitarra, mientras que el cellista Max Lilja (ex Apocalyptica) se mostró mucho más suelto que en ocasiones anteriores y el tecladista Christian Kretschmar apoyó sin desmayo el trámite. Párrafo aparte merece Mike Terrana, que más allá de hacer parir esos tambores durante todo el show, protagonizó un momento solista de excepción siguiendo la música grabada de la Obertura de Guillermo Tell de Rossini, tal como puede escuchárselo en su proyecto Sinfonica.



Volviendo al asunto del repertorio, en algún punto se pasó a un popurrí más tranquilo que incluyó 'Minor Heaven' y 'We Are', entre otras delicadas piezas, y que resultó algo extenso y no precisamente intenso, hasta tal punto que la señora Turunen, atenta al detalle, preguntó al respetable si todavía estaba despierto. Tampoco faltaron sorpresas. No puedo decir si la inclusión de 'Signos' me resultó apropiada, más allá de los buenos deseos de recuperación para Gustavo Cerati y de la extraordinaria interpretación de Julián Barrett sacando todos los yeites de Soda Stereo. Lo que no logro entender es cómo no hubo una dedicatoria para Gary Moore a pocas semanas de su fallecimiento, teniendo en el baúl 'Over The Hills And Far Away'. Para mí al menos, ni un cover de Soda Stereo ni el 'Desarma Y Sangra' de Seru Giran que interpretó en La Trastienda el anteaño pasado le hacen favor alguno ni le aportan absolutamente nada a un concierto de Tarja, salvo la curiosidad de escucharla cantar en castellano. Dudo también de que el combinado de canciones pop de los ochentas en el que se insertó 'Living On A Prayer' de Bon Jovi tenga algún sentido, salvo el de levantar a la audiencia esquivando los temas de Nightwish, aunque parece un pecado recurrir a ese expediente teniendo a mano el bonus de 'Still Of The Night' de Whitesnake en 'What Lies Beneath'.


Esta vez la producción no abundó en cambios de vestuario (sólo cuatro) ni en puestas en escena elaboradas, todo el encanto se concentró en la sobriedad carismática de Tarja y esa voz espléndida traspasando los sentidos y cincelando las canciones hasta volverlas hipnóticas.

No es poca cosa. Y en cierto sentido, no se puede pedir más.

Requiem
 
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